¿A qué tienes miedo?
A mí.
¿Puedes explicarte más?
Tengo miedo de volver a perderme. De regresar allí. De bajar demasiado la guardia. De que algo, lo que sea, se apodere de mí otra vez. Tengo miedo de olvidar quien soy y de que vuelva la obsesión.
¿Qué te hace pensar que puedes volver?
Mi historia desde los 16 años. Es como mi patrón de respuesta a la vida.
Ya, es verdad. El control y tú os habéis llevado demasiado bien… En este tiempo creo que has descubierto que soltarlo un poco no sienta del todo mal, ¿verdad?
Sí. Al dejarme sentir, al darme permiso y dejar de controlar absolutamente todo para intentar no tambalearme en un ideal inalcanzable, he podido abrazarme en mi debilidad, en mi niña pequeña no atendida como necesitaba.
¿Y este trabajo así, lo habías hecho antes?
NO.
¿Y antes te habías acercado tanto a esas raíces, que no supieron cultivar como necesitaban?
NO.
¿Y antes, te habías reconocido en toda esa carencia y en su relación con lo que te ha venido ocurriendo?
NO.
¿Y crees que eres la misma que antes de hacerlo?
Espero que NO.
¿Puedes nombrar tres cosas que ahora sean diferentes a los anteriores procesos?
1-La sensación de conexión conmigo.
2-Abrir heridas y sanarlas.
3-Haber tocado mi peor fondo.
4-Haberme atrevido a dejar mi trabajo.
5-Haber escrito «un huracán en mi salón».
Guau. Y eso que solo pedía tres. ¿Ves alguna otra diferencia?
Que esta vez no me he callado nada. Todo lo feo, lo doloroso ha sido hablado, con su espacio y trabajo.
¡Qué bueno! Eso es mucho. ¿Estás contenta con el trabajo realizado?
MUCHO.
¿Qué más crees que te haría falta para ir ganando «autonomía terapéutica»?
Mmm. Difícil. Creo que creerme todo lo avanzado. Confiar en que soy lugar seguro, Yo misma, conmigo y para mí. Y por supuesto para mi hija.
¿Cómo podrías hacerlo? ¿Cómo ir avanzando?
Desapegarme de lo que me ha pasado.
Aún veo lo que pasé muy cerca, el daño y el dolor. Y la sensación horrible de perder la cordura.
Lo entiendo. ¿Y sabes que ya no eres esa misma persona? ¿Recuerdas todos los aprendizajes y trabajo?
Sí.
¿Y que te hacer pensar que puedes volver ahí si ya no eres aquella persona?
El miedo.
¡Cómo no! El gran protagonista en tu vida.
Sí…
El mismo miedo que te frenó en seco. El mismo que has vencido con el trabajo y decisiones tomadas. El mismo temor a cosas que no han pasado, ni pasarán…
Pero, ¿cómo liberarme entonces?
Ah, ahora preguntas tú… La respuesta está en ti y si repasas toda la conversación verás que en tu camino ya has puesto muchas pistas… Solo te recuerdo algo que tú misma has escrito…
«Ábreles la puerta
Ofréceles asiento.
Abre también las ventanas
(Se irán por allí.)»
TOUCHÉ.
By Reyes…