Desde la Terapia Gestalt, entendemos la ansiedad como una desconexión del presente. La mente se dispara hacia el futuro, hacia el «qué pasará si suspendo», y el cuerpo reacciona en el «aquí y ahora» a esa amenaza imaginada.
El trabajo de psicólogos mundialmente reconocidos, desde el humanismo de Carl Rogers hasta los enfoques de mindfulness de Jon Kabat-Zinn, nos demuestra que la herramienta más poderosa contra la ansiedad no es la lógica, sino la validación y la presencia.

A tí, padre, madre, familiar de la persona que está en pleno padecimiento de estrés agudo por estudios o exámenes, te propongo cambiar el enfoque, con 5 acciones comunicativas prácticas y sus fundamentos psicológicos, explicados de la forma más sencilla posible. Si eres TÚ el/la estudiante, también te servirá ;), aplicándote tú lo siguiente en tu diálogo interior:
«Veo que estás sufriendo. Es normal sentirse así.»
La acción: validar el sentimiento. Aceptación.
El porqué psicológico: la ansiedad, el miedo o la frustración son emociones tan reales como normales. Cuando le decimos «no te pongas nervioso», le estamos diciendo «lo que sientes está mal». En cambio, al validar su sufrimiento en lugar de expresar lo que no debe hacer, “entiendo que te sientas así de superado/a”, logramos dos cosas:
- Se siente visto y comprendido (reforzamos el contacto).
- Le damos permiso para ser lo que es en ese momento, reduciendo la «ansiedad sobre la ansiedad» (el miedo a sentirse mal).
«¿Qué necesitas justo ahora?”
La acción: traerle al cuerpo y al presente.
El porqué psicológico: la ansiedad es desbordante. El enfoque Gestalt siempre vuelve al cuerpo, a la sensación inmediata. La mente puede estar en el examen del viernes, pero el cuerpo está en la silla ahora.
La pregunta sobre la necesitas inmediata rompe el bucle cognitivo y le obliga a hacer un «escáner corporal» (una técnica de mindfulness). A veces, la respuesta es simple: «tengo sed» o «necesito estirar las piernas». Son micro-acciones que le devuelven la sensación de control, a lo tangible y alcanzable en el momento. Es muy recomendable el movimiento físico (basta con ir al baño, a la cocina, salir un momento a tomar el aire) porque en sí mismo ayuda a despejar la mente y oxigenarse si estaba bloqueada en un punto o necesitada de distracción o descanso.
«Esto es una parte de tu vida, no define tu vida entera.»
La acción: recuperar la perspectiva.
El porqué psicológico: La ansiedad crea una visión de túnel. El examen se convierte en el «todo». El sesgo derivado de ésto lleva a la «catastrofización». Desde la Gestalt, decimos que la «figura» (el examen) ha crecido tanto que ha borrado el «fondo» (la familia, los
amigos, sus talentos, su salud).
- La persona es un todo mucho más grande y valioso que esta prueba puntual. Hay que separar al estudiante del examen o evaluación y lograr que no se quede “pegado” a él como señal de identidad. “No eres el resultado de este examen”, “no eres esta nota”.
- Es importante recordar y repasar con él/ella los aspectos positivos de su vida, y preguntarle qué es lo peor que podría pasar si le sale mal, y pensar en alternativas.
Esto reduce significativamente el estrés y la ansiedad porque baja la sensación de todo /nada, éxito/fracaso. Casi nada es unidimensional…
«Estoy aquí contigo, independientemente del resultado.»
La acción: ofrecer apoyo incondicional.
El porqué psicológico: gran parte de la ansiedad por rendimiento no es solo por el fracaso personal, sino por el miedo a decepcionar a los demás. Esta frase ataca directamente ese miedo. Le estás comunicando que tu amor y tu apoyo no están condicionados a su éxito académico. Esto libera una enorme cantidad de presión. Estás asegurando la base, el «contacto» seguro, permitiéndole centrar su energía en la tarea, en lugar de en gestionar tu posible decepción.
«La tarea es enorme. Centrémonos solo en el siguiente paso.»
La acción: trocear la amenaza.
El porqué psicológico: El concepto de «todo el temario» es paralizante. Múltiples enfoques terapéuticos nos enseñan que la acción genera motivación (y no al revés). Una buena organización del tiempo y las tareas, ayudan a plantear metas alcanzables dentro de la meta final. Al preguntar «¿qué puedes hacer en los próximos 30 minutos?», convertimos una montaña abstracta e insuperable en una piedra concreta y manejable. La ansiedad se alimenta de lo vago y lo enorme; se reduce con lo específico y lo pequeño.
Conclusión: tu presencia es la terapia
Como podemos ver, ninguna de estas acciones intenta «resolver» el examen. Todas se centran en resolver la desconexión que crea la ansiedad. Nuestro papel como padres no es ser su profesor ni su coach motivacional, sino ser su «base segura». Ser esa presencia tranquila que le recuerda que, aunque el mar de los exámenes esté revuelto, hay un puerto seguro al que volver: el «aquí y ahora» de vuestra relación.
Si pese a todo, sientes que la ansiedad está desbordando a tu hijo/a o a ti mismo/a, y afectando a vuestra salud o calidad de vida, no dudes en buscar acompañamiento profesional. El «darse cuenta» es el primer paso para el cambio.